Habrá quien diga
que Manolo es un liante, pero todo lo que dije ayer es cierto. Bueno, casi
todo. En una entrevista de trabajo no tiene uno por qué decir la verdad, toda
la verdad y nada más que la verdad. Que no es un juicio. Con no mentir mucho
basta. Ellos hacen como que te creen y también mienten. Mienten mucho. Te miran
a la cara y tú les lees el pensamiento, otro panoli, piensan, y van diecisiete,
o más, más de diecisiete, quién sabe los que van ya. Porque andan buscando,
aunque no te lo digan, un pez grande que pese poco. Y eso es difícil de
encontrar. Buscarlo sí que lo buscan. Por eso hay que decir siempre lo que
ellos esperan que digas. Después te dicen, encantado de conocerle, nosotros le
llamamos, gracias. Pero cuatro de cada tres no encajas en el perfil. Eso dicen.
En fin, toca esperar.
Miércoles 14
He estado pensando
en la entrevista de trabajo. Sobre todo en lo del perfil. Uno no sabe muy bien
qué es eso. Lo del perfil, digo. Pero uno nunca encaja, ya es casualidad, ya.
Si por lo menos te dijeran, mire usted, con esa pinta ni se moleste. Porque esa
es otra, que me han dicho que lo de las pintas cuenta mucho. Dice Rufino, uno
que conozco de la cola del INEM, que lo mejor es aparecer de punta en blanco. A
poder ser con corbata. Mira tú, ni hacer el nudo sé. Digo yo que lo de la
corbata puede encajar en el perfil, pero con el buzo como que no pega. Él dice
que bien, pero que esto funciona así. Son lentejas.
Ah, ayer no me
llamaron. Hoy llevamos la misma marcha.
Jueves 15
Me duele la cabeza.
Mucho. Cuando me duele la cabeza se me pone aquí una cosa y no pienso claro.
Pienso, sí, pero todo lo que pienso se retuerce y nunca saco nada en limpio.
Cuando se me pasa, todo lo que he pensado lo tengo que tirar porque no vale una
mierda. Por ejemplo, ahora mismo estoy pensando que no sé si aceptaré el
trabajo. Si me llaman. Pues ya verás cómo cuando se me pase no me sirve de nada
haberlo pensado. A esto mío el médico le llama cefaleas. Dionisio, el de la
cola del paro dice que son migrañas y que lo mejor para que se pasen es no
pensar. A mí lo de no pensar como que me sale sin pensarlo mucho. Pero el dolor
de cabeza no se me va.
Hoy tampoco me han
llamado, pero el teléfono ha sonado una vez, a eso de las tres, en mitad de la
cefalea, osea, de la migraña, y he tenido que dejar de pensar y el corazón casi
se me sale por la boca porque he pensado que eran ellos. Pero no. La voz sólo
quería venderme una línea de adeeseele a muy buen precio. Parecía que quería
otra cosa, pero no. Era sólo eso.
Viernes 16
Hoy me han llamado.
Tres veces. Pero, tampoco eran ellos. Ya no me dolía la cabeza y no me mareaba
pensar. Así da gusto. Lo malo era que no sabía en qué. Bueno, pues la primera
llamada era para Julita, cariño, si se me había pasado el enfado. A mí sí, le
he dicho, pero han colgado. Después han llamado de la oficina del consumidor
para advertirme de que algún desaprensivo va pasando por ahí revisando la instalación
del gas y cobrando una pasta, no quería el buen señor que a mí me ocurriera. ¿Usted
en qué compañía funciona?, se ha interesado. Ya le he dicho que en mi humilde
opinión, no era de su incumbencia en compañía de quién funcionaba yo. Por lo
visto le he malinterpretado. Ya me ha dicho. Me ha explicado también algo
acerca de la liberalización del mercado del gas. Le he asegurado que no tenía
de qué preocuparse, que uso electricidad y que lo del gas como que lo libero
sin mayores complicaciones. La de la tercera llamada sólo ha dicho “perdón”.
Nadie más ha llamado. Nadie más.
Sábado 17
Ha sonado el
despertador. Se me olvidó desactivarlo anoche. Me gusta que suene por las mañanas
sabiendo que puedo pasarme el aviso por donde antes no podía. Los días de labor.
Es un consuelo tonto, ya lo sé, pero después de apagarlo como que me vuelve a
apetecer arrebujarme entre las sábanas y seguir durmiendo. Hay días que no
puedo. Me desvelo y no consigo quitarme de la cabeza que me gustaría tener que
levantarme. Por eso acudí a la entrevista de trabajo. Como hoy es sábado no es
probable que me llamen. No creo. Quiero pensar que por ser sábado. Se me va a
hacer raro no andar pendiente del teléfono. Hoy no va a ser. Aunque, ¿quién
sabe?
Domingo 18
Ayer, por la tarde,
no llamó nadie. Después sí. Llamé yo al teléfono de la empresa que lleva lo de
las entrevistas. Pensaba que siendo domingo no habría nadie, pero cogió el teléfono
un señor muy amable que se notó de verdad que se aguantaba las ganas de
mandarme donde, a este paso, vamos a acabar todos. No sé si vamos a caber.
Bueno, pues me dijo que él de lo mío no sabía nada, pero que, así, entre
nosotros, me podía comentar que a pesar de ser domingo por la tarde allí no lo
parecía. Igual que un día de labor. Por lo visto andaban llamando. Me entraron
los nervios. Pero no llamó más que un despistado. Preguntó algo en inglés y yo
le seguí la corriente. Fue una conversación amena, en inglés, claro. Se interesó
mucho por mi formación universitaria. Después seguí esperando.
Lunes 19
Ayer, por fin,
llamaron. Por la noche. No daba el perfil. Lo que más les dolía era que les
hubiera mentido. En lo del inglés, sobre todo. Porque ya no me podían creer
nada y ese perfil no encajaba. Si habían descubierto lo del inglés con una
simple llamada cómo se iban a creer el resto. No podía ir por ahí ocultando mi
licenciatura en Biología, los tres cursos de postgrado, mi experiencia en el
campo de la biología molecular… Eso no se hace, hombre, se quejaba el buen señor.
En fin, resumiendo, que no daba el perfil pero que tomaban buena nota. El
puesto de gruísta se lo habrán dado a algún primo del director de obra, que
seguro que se da maña y que hizo algún curso de primeros auxilios. También,
probablemente, el curso-rampa de acceso al segundo sótano. Lo peor de todo es
que mañana ya no tendré que esperar que me llamen.