Nos trajo Koldo Pla su poemario Al borde de cada día a Castelruiz. Nos presentó Mila y, por lo tanto, le conozco poco. Sé que tiene muchos amigos y que llenan el escenario. Y algo más sé de él a través de su poesía. En su dedicatoria expresaba su deseo de que el acto hubiera resultado, al menos, agradable. Puede estar seguro de que fue mucho más que eso.
SIN MEMORIA
Arrancaron
mi infancia con los últimos cerezos,
no
queda raíz donde anidar el paso
ni pozo
donde el olvido emerja del fondo del agua.
Un eco
de acacias y ababoles me convoca,
una voz
antigua de peñas y bojes
¾memoria de tierra roja en mi
memoria inaccesible—
aquí y
ahora
náufrago
en los trigales de marzo.
Hay un
recuerdo sin techo
bajo
los muros de hiedra,
una
mirada sin ojos
bajo la
sombra del olmo abatido, un pecho
sin
rama donde posar su aliento,
sin
fuente donde lavar sus alas.
Sólo un
murmullo de cántaros vacíos
tintinea
en los serones
y cae
rodando la tarde
por el
viejo camino de Sorlada.
Koldo Pla.
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