SIN RENDICIÓN
Las horas vienen y van. Caminan
de mi mano
entre romeros. Y necesito tiempo.
Tiempo que palpite mientras te
miro
para ser como quiero, después de conocerme.
Abres la puerta y el mundo te
agarrota.
No se borran los lodos del verano
y van surgiendo miedos: entregar, recoger,
dejar todo ordenado, callar,
y encontrar el lugar al que asirse,
anudando las manos y el
pensamiento.
Preciso es aferrarse a la vida
con mil clavos,
mirar alrededor y hacerse
fuerte.
El sol sigue siendo amargo. Y
roto.
Pero hoy es tiempo
de magmas interiores,
el instante en que creces y
aspiras a vivir.
La aurora tiene columnas de
hierro.
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