lunes, 14 de noviembre de 2011

Nunca




Nunca había mirado
desde tan lejos
desperezarse al alba,
entre el cielo y el río,
la paz del pueblo.

Nunca pensé que el monte
guardase sus espaldas,
que su mirada inerte
vigilara en silencio
la vida que discurre
por sus calles y plazas
mientras el cierzo sopla
para llevarse lejos,
como si fueran nubes,
todas las amenazas.

El cielo protector,
la tierra parda,
la iglesia con su torre,
la hilera de manzanos
dejan pasar el tiempo
sin sospechar siquiera
que los esté mirando.

Nunca, tal vez ya nunca,
sentiré su presencia
tan sin voz y sin ojos,
fría e indiferente,
como la siento ahora
que estoy tan lejos.



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